Wednesday, June 12, 2013

Avaaz, ¿hace falta apoyar a los más poderosos?


Yo había firmado algunas peticiones de Avaaz que me parecieron muy justificadas de apoyar. Ahora Avaaz me envió un correo electrónico con el cual no estoy nada de acuerdo. En vez de firmar, le respondí a Avaaz con lo copiado a continuación (traducción del alemán). Es de esperar que mi respuesta no surta mucho efecto en aquella organización. Como al menos mi blog lo lee uno que otro, la publico aquí.

Querido Alex Wilks, Jeremy, Christopher, Marie, Ian, David, Pablo, Ricken y todo el equipo de Avaaz,

Su organización me envía con regularidad unos correos electrónicos pidiéndome firmar peticiones y donar dinero. Normalmente sus causas, cuando apoyan a los necesitados o protegen la naturaleza, merecen todo mi apoyo.

Sin embargo ahora ustedes me mandaron un mensaje defendiendo un asunto que, a mi juicio personal, no debería ser apoyado por una organización como es Avaaz. Me tomaré la libertad de responder de una manera igual de polémica como ustedes enfocan el tema. Parece que al menos estamos de acuerdo en esto: a veces una declaración exagerada estimula pensamientos más profundos.

Ustedes describen el enorme hueco fiscal que se traga 1 billón de euros al año porque las empresas globales y los ricos mueven sus ganancias y riquezas a los paraísos fiscales. Si se pagaran estos impuestos perdidos, alegan ustedes, la pobreza podría ser erradicada de la tierra, todos los niños pudieran tener una plaza escolar, y la inversión ecológica podría ser duplicada en todo el mundo.

De hecho, 1 billón de dólares, que es un 1 seguido de 12 ceros, es una cifra enorme. Con tantos euros se puede hacer mucho bien. La pregunta que me hago yo en relación a esto es: ¿quién? ¿Quién hará tanto bien con ese dinero? ¿Nuestros gobiernos, que están recogiendo los impuestos?

Los ingresos mundiales de impuestos en un año son cerca de diez veces más grandes que la cifra mencionada que desaparece en aquellas lagunas. ¿Y qué hacen los gobiernos del mundo con tanto dinero? ¿Eliminan la pobreza? ¿Proporcionan a todos los niños un lugar en una escuela? ¿Duplican sus inversiones para preservar el medio ambiente? Respeto su inmensa confianza en la gente que dirige nuestros estados, pero ninguna administración o autoridad de gobierno hace eso con sus ingresos fiscales actuales.

Creer que estas mismas personas, si obtuvieran un 10% más de ingresos fiscales, van a tomar decisiones en este sentido, sería sólo una ilusión falaz. ¿No sería más realista esperar que continuará la misma calamidad que ya tenemos, sólo a un nivel más alto?

Temo, y esta es la peor de las consecuencias, que el aumento fiscal traería aún más guerras al mundo. Desde tiempos antiguos, el principal motivo para el inicio de una guerra ha sido el dinero. Si se dispone más de eso, más guerras son probables. Por dos razones: En primer lugar, a algunos les gustaría robar el dinero que otros de repente tienen y, en segundo lugar, habría más medios para financiar guerras.

Otra triste consecuencia sería que más dinero terminaría en los bolsillos de políticos corruptos. Desafortunadamente, este es el resultado más común en la mayoría de los países del mundo cuando los agentes fiscales obtienes más ingresos.

En los pocos países restantes, el asunto tampoco sería mucho más halagador. Probablemente los políticos en el poder usarían el dinero extra para ganar las próximas elecciones. O alimentarían de alguna manera su generalmente demasiado hinchado ego. Los gobernantes son sólo seres humanos. Y los humanos razonan así: En primer lugar, se trata de mí. Después vienen mis parientes. Después los amigos. ¿El resto? Bueno, veremos lo que se puede hacer. Venga mañana.

Tal vez el asunto funcione en Suiza, donde nadie sabe quién está gobernando. Y, por supuesto, hay algunas excepciones entre los políticos, como Nelson Mandela o el Presidente José Mujica del Uruguay, quienes, sin fanfarronear por ahí, continúan viviendo tan humildes como siempre. Para éstos tendría sentido otorgarles el derecho a la decisión de qué hacer con los ingresos fiscales adicionales. Los otros, sospecho, malgastarían rápidamente el dinero en elefantes blancos o regalos populistas que en realidad ayudan a nadie.

Otro terrible efecto de un crecimiento de ingresos es que éste aumenta la solvencia de la entidad que lo percibe. Así, los gobiernos podrían endeudarse aún más, las enormes brechas financieras que ya tenemos por todos los lados se harían aún más inmanejables.

Observen a la Venezuela de hoy como un ejemplo de lo que estoy diciendo. Debido a la subida de los precios del petróleo, el gobierno contó por muchos años con ingresos que han excedido por mucho el poder económico del Plan Marshall europeo después de la Segunda Guerra Mundial. El gobierno venezolano obtuvo probablemente más de 1,5 billones de euros. ¿Y qué pasó con todo ese dinero? Algo se gastó en obras sociales para beneficio de los pobres. Sin embargo, esto fue, a lo sumo, un porcentaje de un dígito de la cantidad total disponible. El resto se desperdició, desapareció de manera poco transparente o fue suministrada a caudillos de la región para aliviar sus mal administradas economías y prolongar su permanencia en el poder. Al final de cuentas Venezuela tiene ahora una deuda tan alta como nunca antes y una economía destrozada. La gente hace cola para conseguir alimentos básicos y simples productos de higiene. Se acabó la fiesta, pero la triste miseria de la gran masa permanece.

¿Qué ha hecho Apple, la compañía que ustedes directamente denuncian? ¿O Google? ¿Qué han hecho estas organizaciones malvadas, que reducen sus costes mediante el aprovechamiento de las lagunas fiscales que los políticos bien han ideado o pasado por alto? Mientras en Venezuela ocurría lo descrito anteriormente; o mientras, en el mismo lapso de tiempo, un presidente de EE.UU. invadió Irak y luego, después de 150.000 o más muertos, su sucesor retira de nuevo a las tropas; o mientras políticos europeos desintegraban cada vez más la Unión Europea con sus decisiones electoralistas y centradas en el interés particular; en los mismos años que pasó todo esto, Apple lanzó el iPhone, el iPad y un sistema informático que trajo beneficio y alegría real para muchas personas en todo el mundo. Es verdad, los dispositivos de Apple no son nada baratos, pero lo que yo pagué para obtenerlos es una ínfima parte de los impuestos que tuve que pagar. Voy a ser sincero: El dinero que he dado a Apple me ha dado mucho, mucho más la felicidad y sensación de haber hecho algo bien de lo que me ha dado el pago tan mayor de los impuestos.

¿O qué decir de Google, el pulpo malvado, que también evita el pago de impuestos honoríficos aplicando las normas vigentes en su beneficio? Puedo encontrar en Internet, gracias a Google,  todas las respuestas y la información que necesite, sin tener que pagar nada por ello. Hace veinte años yo no habría creído que tal cosa fuera posible. También tengo una cuenta de correo electrónico de Google, que me cuesta nada. Yo uso un blog de Google. Gratis. Puedo mirar impresionantes fotografías aéreas de Google Earth de cualquier dirección en el mundo. Sin cargo. Vídeos familiares subidos a YouTube conectan mis lejanos parientes repartidos por el mundo. Tampoco me cuesta un duro. Bueno, me ponen un poco de publicidad en la pantalla, y recogen mis datos. La publicidad no me molesta, en cualquier caso, menos que la cháchara de autocomplacencia de los políticos en las noticias de televisión, las que, para colmo, no están cubiertas con el pago de mis impuestos sino que por las que estoy obligado a pagar una cuota adicional al estado. En cuanto a mis datos, prefiero que Google los almacene antes que cualquier institución estatal. Seguro, Google almacena más datos de los que realmente necesita, pero sin duda no llamará a mi puerta en medio de la noche para llevarme por usar información que no es de su agrado.

También ustedes de Avaaz llegan a su público valiéndose de los mensajes de correo electrónico, un maravilloso sistema que ninguna institución estatal de este mundo habría sido capaz de crear. Imagínense que este medio, que funciona sin franqueo, no existiera y ustedes dependerían aún del sistema postal antiguo. Tendrían que comprar sellos, sobres, papeles, adherir unos con otros, escribir la dirección. ¿Ven que estas empresas globales hacen muchas cosas útiles para nosotros, el público? Y no indagaré en detalles sobre las iniciativas de la Fundación Bill y Melinda Gates, que ya ha hecho más bien en los países en desarrollo que lo que haya logrado toda la asistencia oficial para el desarrollo antes.

Estimados amigos de Avaaz, ustedes apoyan aquí a los que no deberían. Los gobiernos tienen poder de sobra y no necesitan la ayuda de ustedes o una donación mía para cumplir con sus deberes. En lugar de seguir apretando los tornillos para controlar a los contribuyentes, los gobiernos deberían más bien simplificar y unificar sus sistemas tributarios. Pero debido a que la situación actual refuerza su poder, toda apelación en este sentido se diluye en el vacío.

He aquí una idea: ¿Por qué no llevar a cabo una petición para una empresa que construya carreteras aquí, desde donde escribo? ¿Totalmente gratuito para el contribuyente, financiada sólo con la publicidad? Se permitiría colocar cada cien metros un logo de Coca-Cola en el asfalto, y en Rumanía por fin tendríamos una adecuada red de carreteras.